Maria Teresa Aláez García

Coleccion de besos


COLECCIÓN DE BESOS.

 

Esta noche, cuando la luna hacia acto de presencia ante el universo dejando su larga melena de luz caer suavemente sobre las sombras de las cosas, entre en la habitación de los trastos, misteriosa y oculta como las civilizaciones del Sahara.

Rebusque entre las bolsas. Los cajones. Los estantes. Los armarios. Tantee a ciegas entre libros antiguos, entre papeles amarillentos, cobrizos, recomidos por la polilla, con olor a viejo y a desaparecido, a alcanfor y a abrigo de invierno, a lluvia y a degradación, a cementerio abandonado bajo la luz de la luna llena que intenta, sin éxito alguno, dar vida a lo que no existe.

Y allí estaba.

Una caja pequeña, fina, de madera. De roble. Pequeña, fina, con algunas incrustaciones de marfil. Cuando la compre pensaba que era un fraude, que el marfil se lo enseñaban de muestra pero no. Si llego a saberlo, no la cojo, no estoy de acuerdo con comerciar con cosas que han servido para inutilizar animales y personas.

 

Al abrirla salio una luz leve, mas leve que la luz lunar, mas irreal que los sueños, mas lívida que el rostro macilento de quien pierde la vida pero mas acalorada que la pasión adolescente. La luz se fue ampliando y fui metiendo la mano en la cajita midiendo el recuadro. Vi que el recuadro se iba abriendo progresivamente para poder meter mi mano y seguir midiendo su recinto interior. Y me encontré en una habitación amplísima, enorme, de grandes acristalares y de luz violeta. Todo estaba limpio, blanco. Había personas que no hablaban, vestían completamente de negro y etiquetaban botes, frascos, amarios, que estaban ahumados en negro y donde pegaban un papel marrón claro. Me acerque hacia donde una de las silenciosas personas etiquetaba algo y leí. “Besos”. Dije en voz alta: “Besos”. Entonces uno de los hombres que estaban sentados en la mesa me

hizo una señal para que me dirigiera hacia el.

Leí la placa en su mesa: Pdm. Y hablamos.

 

Pdm.- Besos que no falten como los da una madre, como los lanzaba Benedetti, húmedos, casto, lujuriosos, besos de cariño, dados sin condiciones como lo hace un niño. ¡Que se podría decir de ellos!  Es una expresión única. Demuestra cariño amor... Pernelle.- Gracias Pdm. Colecciono besos. Tengo de todos los colores, olores y sabores. Besos pequeños, castos y puros, blancos y verdes, como la paloma que trajo la esperanza al nuevo día en tiempos de Noe, posándose en las mejillas… continuara... XD

Pdm.- ¿Donde los guardas? ¿En frascos, en la mejilla, en el recuerdo…? Me pregunto cual debe de ser el recipiente para ellos, los besos, que son como un elixir, que renuevan el cuerpo, dan alas al espíritu, el beso, puro sentimiento humano. Pernelle eres muy afortunada. ¿Cuantos tienes?

Pernelle.- No puedo contarlos y guardarlos, pues hay varios lugares según la naturaleza del beso, pero mi corazón recoge memoria de todos ellos.

Pdm.- Besos los habrá de venganza, falsos, como el de Judas, besos de varios calibres únicos, besos sobre la espalda de la amante en una cita única, donde el nerviosismo aflora, donde el tiempo no llega para besarla. ¿Pernelle tiene besos variopintos?

Pernelle.- Cierto. De bocas pequeñas y grandes, de traidores, asesinos, amantes y vengadores, de nobles y de villanos, de ansia y de pasión o solo de compromiso y de duda.

Pernelle.- Iba a escribir hoy algo sobre besos. Me lo has quitado de la boca.

Pdm.- Hablemos de los besos buenos que hoy es domingo. Lo malo se tira, porque al alma hiere, tenemos que ser solo recolectores de lo bueno, sí de eso que no nos hace daño. Las lagrimas solo sacarlas para ocasiones de alegría. Afuera las penas, que no nos condicionen aflijan hieran... escribe Pernelle.

Pernelle.- Besos ausentes, de quien no se atrevió a darlos, besos omitidos de quien tuvo temor de recibir una negativa, besos recogidos de quien pensó que lo mejor era esperar…

Pdm.- Besos no dados por vergüenza, besos tardíos, se adelanto la muerte, besos perdidos, que nunca se darán. Sí, hay besos variopintos. Dale Pernelle.

Pernelle,- Besos de transito antesala del amor o de la despedida, besos de suplica de pedir ansiosos mas o de negar cualquier evidencia del amor, besos de jubilo para anunciar cualquier acontecimiento feliz, besos de lejanía porque saben que en mucho tiempo no volverán a encontrar el mismo sujeto.

Pdm.- Besos de alegría al compartir algo, besos surgidos por un instinto, sin que intervenga el pensamiento, espontáneos, dados un día cualquiera sin estar señalados, besos entre desconocidos por una causa en común, injusticias, besos que las guerras roban y hacen aflorar las lagrimas. Pernelle le toca.

Pernelle.- Besos ajustados a hormas desconocidas, besos rebeldes que buscan entre los entresijos de los sentimientos una respuesta, besos acogedores para acariciar y ofrecer ternura, besos de atención para requisar cualquier gesto mínimo de cariño.

Pdm.-  ¡Que grosero!, lo siento :)

Pernelle.- No. ¿Por que grosero?

Pdm.- Besos de amantes primerizos nerviosos, con ojos de brillo, besos entre ancianos sin palabras, solo la mirada es su comprensión, besos sin palabras... lo siento, repetí.

Pernelle.- Besos de justicia para quienes buscan la verdad y besos de comprensión que se ofrecen sin palabras, besos generosos mas que un regalo enternecedor y besos sombreados, que no requieren la luz para ofrecer su mensaje.

Pdm.- Besos iluminados como el día mas claro, besos oscuros, que tiene a la luna como cómplice, besos arrojados a un pozo, deseos, unas veces cumplidos otras que son frustrados, besos de esperanza.

Pernelle.- Ahora me tocara a mi ser grosera, ejem… Besos de lujuria, de necesidad de compartir caricias, pieles y calores, sudores, hielo y fuego en un mismo sentido o en una sintonía desquiciada, besos de alfa y omega, de Apocalipsis y de paraíso.

Pdm.- Besos colorados de carmín rojo de bellos labios, besos con la lengua como caricias. Besos que recorren el cuerpo y de punta te ponen el vello, se te eriza como cuando sientes frío a la vez quieres que esos besos sigan recorriendo todas las partes sin excepción, besos.

Pernelle.- Suaves, susurrantes, que van descubriendo el camino por la veta nerviosa del deseo, besos estremecedores que abren volcanes en las oscuridades de los sueños, besos penetrantes, cósmicos y universales de vida y de estallido de cielo al compartir la felicidad.

Pdm.- Besos en un piso que no de lujo donde los objetos son lo de menos, besos dados en una cama, como si el mundo acabase, besos desenfrenados, como si fueses un animal besos que te turban la mente te embriagan.

Pernelle.- Besos azules para la inspiración, besos rosas para los sueños, besos amarillos para los celos y el cariño, besos rojos para la pasión y el fuego, besos violetas para la meditación, besos en sol menor para Pernelle.

Pdm.- Besos amarillos como las amapolas lindos, besos multicolores como el arco iris, besos de mil formas como las nubes todos distintos, besos inesperados siempre tan sabrosos, besos.

Pernelle.- Besos fluidos, para abrazar y mantener el calor del momento, besos leves para señalar secretos, besos livianos que caen sobre la piel y resbalan sobre la necesidad, besos encantados que aciertan justo en el momento y lugar precisos

Pdm.- Besos que corren como el agua, saliva que impregna tu cuerpo, besos y humedad, besos y lujuria, desenfreno, pasión, excitación, besos que aceleran las pulsaciones, besos ligados con abrazos caricias mimos besos :) Pernelle se me acaban los recursos

Pernelle.- Entonces no sigo jajajaja…

Pernelle.- Besos acelerados buscando filosofías inexistentes, besos lentos de satisfacción y de degustación del deseo y de la persona, besos concisos, de silencio y de minima expresión de la idea.

Pdm.- Besos que nutren el alma, besos dados al levantar el alba, besos de buenas noches, el beso es un lenguaje universal, que tiene como bandera el cariño.

Pernelle.- Besos robados a otros besos, besos mirados y besos sepultados entre melancolía y pesar, besos redondeados y besos escuálidos, besos sombreados y repintados entre ideas.

Pdm.- besos de despedidas crueles, besos a un difunto, con Dios te quedes amigo, besos sátiros y de complicidad como salidos de un clan, besos entre compañeros amigos amantes cómplices... besos.

Pernelle.- Besos añadidos a sentimientos que se quedaron colgados de los labios de quien, asombrado o asombrada, se despidió de su amante por ultima vez sin proponérselo, besos de llegada.

Pdm.- Besos después de besar, besos que se dan uno tras otro como un vicio, besos que te enganchan sin tener o buscar algo que ganar, me pregunto a que viene el beso, que instinto los hace aflorar, que bonito sentimiento, que bello es el beso, siempre dulce siempre un regalo, por ambas partes quien lo da, lo hace por amor, quien lo recibe, es porque la otra persona lo admira.

Pernelle.- Besos deslizados entre las cavernas de la boca, esperando ser diluidos por el fruto del vicio, besos acomodados en el vientre, besos soliviantados por el calor y por las ansiedades.

Pdm.- Besos azules como los da un príncipe en los sueños, besos blancos como la misma nieve, besos cotidianos, los más preciados, son aquellos que se dan sin pensarlo, besos vulgares para otros que no entienden la complicidad entre dos, esta fuera de su mundo, besos íntimos... besos…

* Pdm  se prepara un beso... Perdón, un café.

Pernelle.- Besos a sobresaltos, con sorpresa, caramelos y ensueño, besos tímidos y deseosos de cariños encantadores que hagan que la vida cambie con un abrir y cerrar de ojos, besos profundos hasta el corazón, para demostrar que se puede amar mas allá de las circunstancias debidas, besos superficiales sin sentido alguno, mas que el de acercar los labios a algo que se supone que reaccionara ante el beso.

Pernelle.- ¡Jajajaja!. Ok. Yo me ausento un momento, luego vuelvo.

Pdm.- Besos que no dejaran que la chica se marche besos, que llamaran la atención de ella besos, que encandilan,  preparo un café.

Pernelle.- Yo me voy por unos instantes,  pero vuelvo ¿eh?

En medio del tira y afloja entre la despedida y el momento de descanso, apareció una dama de blanca vestidura y bellos ojos que reconoció en seguida a quienes litigaban ante la mesa de roble, oscura, antigua y pulida como el cristal.

Anuais.- Pdm, Pernelle ¿Habéis puesto algún beso de casualidad????:)))))))))))))

Pernelle.- ¿Quién? ¿Yooooooo????? XDDDDD

Anuais.- :))))))))))))))))

Pernelle.- :************* ¡Ahora si! XD

Anuais.- Hola guapa:)))**

Pdm.- Sí, sabe lo que besa, lo hace con pasión desenfreno a veces se deja llevar como en un sueño, ella besa diferente... Hay dos besos iguales, haced memoria, parecidos, tal vez, pero nunca será el mismo beso; cada uno es distinto, incluso entre dos amantes. Un beso es un instante, que se sucede, precede uno de otro diferente, serán como los latidos del corazón, que el uno precede al otro como la luz del día siempre distinta, besos variopintos, instantes inolvidables, que la vida regala, en nosotros esta el darle la importancia que tiene no solo al beso, si no a la salida del sol, a cada latido, con cada hoja que nace de un árbol, con la llegada del otoño, disfrutar la caída... me parece que me desvíe.. :)

Anuais.- :))

 

Deje a la bella dama conversando con el erudito y seguí mi paseo por aquel extraño edificio donde todo era irreal. La luz era gris, el cielo era gris también,  las grandes cristaleras estaban encuadradas en metal, la puerta estaba pintada en gris y tenia cristal engastado. Era redondeada en su parte superior. Los techos eran altísimos y las estanterías con libros, sujetas en equilibrio y reflejadas en la loza del suelo, blanco y brillante, abarcaban varios kilómetros.

Mas que seguir mi paseo, continué mi búsqueda. Había llegado a aquel lugar por una pequeña puerta, de dintel curvo, tras descender por un tramo de escalera curvada y bajar tres escalones de cemento. Seguí hacia delante y vi un lugar donde una pequeña vela permanecía encendida. El edificio que se veía desde el ventanal era blanco, pintado con cal y había árboles y setos en la parte de afuera que no ocultaban la luz que entraba en aquella estancia. Habían bajado unas persianas, también grises, para dejar en penumbra una parte del ala. Unas mesas alargadas rompían el equilibrio y la monotonía e invitaban al asiento y a la lectura.

Me acerque al lugar donde estaba la vela. No puedo resistir la tentación de encender otra si había más y dejar alguna dadiva si es por alguien necesitado. La vela no parecía brillar alegre y desenfadada. Parecía agotada y pronta a consumirse, nerviosa y triste. Su llama no resplandecía necesariamente. Al ir acercándome pareció revitalizarse. Tuve miedo. Si me acercaba demasiado podría producirse un incendio. Que haría una vela allí, encendida, entre tanto libro y tanto bote y caja de madera. Me aleje y la vela pareció languidecer de nuevo. Volví  y la llama creció de nuevo pero no tanto como para quemar todo lo que tenia en su entorno. Eso si, todo el rincón resplandeció, llenándose de la tibia luz de la vela y adquirió color, un color mas claro, más beige, mas amarillo vivo, incluso vi tintes de azul, verde y algo de rojo por allí.

Había tres cajas preciosas. Otra de madera como la que tenia yo guardada. Con otras incrustaciones, doradas. No me atreví a abrirla, no fuera que me llevara a algún lugar del que no pudiera regresar. La deje en su lugar y mire las otras dos.

La segunda tenía grabados pero no incrustaciones. Y la tercera, mas pequeña, solo un grabado de un caballo en su parte superior.

Como en los cuentos de hadas, siempre son los terceros, los mejores, lo más grande, rico, etc… abomino de mirar siempre lo último porque no necesariamente ha de llevar algo bueno. Si tenía que arriesgarme, por que no mirar la segunda caja. En la primera mas o menos sabía lo que me esperaba si metía la mano. En la tercera ponía algo que era bonito pero no me indicaba, quizás, mas que una salida.

Y abrí la segunda caja. Tenía una pequeña solapa dorada que había que levantar. El interior parecía de madera como el exterior. No me disgustaba, me agradaba bastante. Y un pequeño orificio del que emanaba un aroma dulcísimo y una lucecilla roja. Al tocarlo quemaba bastante y dejaba cierto dolor, cierta carencia, algo de falsedad pero acogedora y con ganas de ternura. Y comprendí enseguida lo que era. Cerré la caja y pretendí llevármela sin decir nada, ocultándola. Pero hubiera sido un robo, así que fui a buscar al erudito y a la bella. No había nadie allí.

Hice lo mejor que pude pensar. Deje escrito en un papel, a la vista, que me llevaba la caja y mi dirección y numero de teléfono por si necesitaban volver a recogerla.

Me di la vuelta para coger la cajita de su lugar y al levantarla, se cerraron las puertas y las ventanas y se encendió una luz eléctrica. Todo empezó a enfriarse y vi que no podía abrir las puertas. Volví a dejar la caja en su sitio pero la situación no cambio. Pensé entonces en abrir la caja con incrustaciones y meter la mano para pasar de lugar. Recogí la cajita y abrí la caja numero uno, y, efectivamente, allí estaba el salto para llegar al otro lado pero pasando a través de un abismo negrísimo. Y no había parte sólida ni invisible donde pisar.

Entonces abrí la tercera caja. Se amplio hasta hacerse enorme y de ella salieron un caballo y su jinete que me ofreció su mano enguantada. Es lo único que vi. Agarre la mano y subí al caballo y al resoplar el animal, me vi de nuevo en el lugar de donde salí. Caída encima de un sillón y como si me hubiera quedado dormida.

En el suelo, estaban aquellas cajitas, abiertas. Dos. La segunda no estaba allí. En el hueco de la tercera, vi al jinete correr con la segunda caja en la mano. Mi gozo en un pozo.

En fin, al menos estaba viva y bien y lo cierto es que no me correspondía quedarme con la cajita. Era lo justo.

Al salir de la habitación con las cajas para ponerlas en un lugar mejor del que se encontraban, sentí olor a quemado. A incienso, como a una madera dulce que iba consumiéndose poco a poco.  Y al volver a entrar para descubrir donde se producía el incendio, encontré el fondo de la caja segunda con el pequeño agujero color rojo en ella. Lo recogí y lo coloque en su lugar: la caja de incrustaciones blancas. Al momento desapareció de mis manos y escuche una voz: “gracias”. ¿Quién había entrado en mi casa sin mi permiso? Nadie. Estaba vacía, como lo estuvo todo el tiempo.

La voz había emanado de la caja del caballo. Mire dentro y vi como la caja estaba situada en un lugar preferente en el lugar. La luz había dejado de ser gris y era calida y acogedora. Los estantes seguían siendo marrones pero el gris iba desapareciendo progresivamente y tomaba un tinte verdoso. Las hojas caían por el suelo de mil colores: amarillo, rojizo, verde, marrón… y las flores empezaron a hacer acto de presencia, lo mismo que las plantas. Las gentes iban mostrando sus rostros, alegres, serios, concentrados pero no amargos. Felices, por fin sonreían y el muro exterior estaba abierto a campos y a la vida. No estaban exentos de tormentas y lluvias pero tampoco de sol y de prados calidos donde jugar y pasear. Se sentía una vida feliz y tranquila, en paz.

Y entendí lo que había ocurrido.

Por eso te escribo esta carta, querido amigo.

Por fin, había encontrado un beso tuyo que permaneció olvidado durante tantos años.

Ese beso que había sido entregado con ironía, quizás con odio, burla y remordimiento pero que al fin y al cabo, no dejaba de ser un beso y solo buscaba un lugar donde existir.

Tras dos años de oscuridad, había visto la luz y había encontrado el modo de dar vida. En el lugar donde estaba, actuaba como un pequeño generador de felicidad y esa quemazón roja era el encendido necesario para que la vida dejara su huella multicolor.

Gracias por ese beso que sin darse cuenta, ha dado sentido a tantas cosas.

 

Pdm, Anuais y Pernelle.

 

 

 

 

 

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Published on e-Stories.org on 10/04/2009.

 
 

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