José Manuel Guzmán Erenas

Una Noche Una Eternidad

Una Noche, Una Eternidad.  


 
 

 



Era una noche calmada como cualquier otra que hubiera vivido antes, pero su interior le indicaba que la luz de la noche... el susurro de la neblina... el andar de las estrellas...era distinto....la manera en que el mundo se tornaba vacío y putrefacto al andar del tiempo, no daba indicios de nada más que de una cosa...


El sentimiento de alivio que sintió, desde el momento en que se deshizo del cuerpo, estaba cada vez más seguro que nada era como antes, nada, su infancia, la escuela, su novia... todo quedó en el pasado, un pasado que ya no era realidad para él ni para nadie. Había desaparecido, como todo lo que había existido en su vida... y dejó de existir... y ahora escondiéndose bajo las cobardes faldas de su sentido profano de la religión, trataba de seguir viviendo...

Seguir viviendo una vida que pareciera hubiera sido arrebatada de las garras de los más irracionales seres oscuros de la noche...

Seres que en la espera de su turno por un momento de silencio en su eternidad, arrancan los más inconcebibles actos de locura y destrucción de lo que se topa en su camino; tal vez fue el tiempo encerrado en el rincón de sus recuerdos, tal vez fue la noche misma, o sólo las copas del bar...

Pero esa noche era diferente y él lo sabia.

Caminó por el pasillo del hotel... el anciano del cuarto 784 le observaba, como si nunca hubiera mirado a un ser derrotado por la vida, cruzándose por su camino...

Él trató de sonreír, pero no pudo expresar sentimiento alguno. Nada estaba con él, ahora estaba solo, incluso su cuerpo, sus emociones, ya no eran nada en su existir...

Al terminar el pasillo, miró hacia abajo las viejas escaleras del hotel; estaban muy acabadas por las goteras intensas en las noches lluviosas que eran más seguidas en esta época del año...

y entonces dirigió su mirada hacia arriba, acto que nunca hacia...

Entonces, subió...

tomó cada uno de los escalones, que rechinaban al sentir la carga de su ya cansado y viejo cuerpo...

y entonces los recuerdos comenzaron a invadir su mente... todas y cada una de las noches que vivió,

todos y cada uno de los sentimientos que antes eran algo en su vida.

Y avanzó... Tomó el siguiente escalón. Aún no sabia que hacia, pero él sólo se quedaba en la espera de que su cuerpo hiciera algo, y éste lo hacía.

Sin el consentimiento de sus sentidos estaba avanzando y aún no sabía por qué.

Sin embargo, eso no importaba. Los recuerdos en su mente eran tan intensos que los podía palpar...

y siguió avanzando...

Tomo el siguiente escalón. Otra noche invadía su mente, otro recuerdo regresaba a su luz, otra vida aparecía en su existencia y otra vida dejaba de existir, todas y cada una, cuan llama extinguiéndose por la falta de la pasión del aire acompañándola a seguir en su búsqueda de la destrucción y la existencia, cuan sentimiento de culpa apagado por una mentira, tan vaga y tan profunda que hasta el mismo sentido la aceptaba como una realidad, una realidad que se tornó en lo que es hoy, su vida o su pesadilla, que de alguna manera cualquiera seguía sin mirar más hacia atrás, pero hoy, no era así, hoy su vida eran sus recuerdos, este instante, este segundo, todo la enteres del lugar que sentía su presencia deslizándose por sus paredes, deslizándose por sus pisos, por sus escalones...

Todo seguía avanzando por su mente como avanzaba por escalón, entonces miró un haz de luz que se asomaba por una estrecha malformación de las paredes del hotel. La puerta vieja de madera ya húmeda, estaba frente a él... se inclinó un poco y el haz de luz iluminó su rostro, era la luna, que se posaba sobre la ciudad iluminándola y acogiéndola bajo su regazo; miró sobre su frente y empujó la puerta lentamente para abrirla... ésta produjo un chillante sonido que cesó al terminar de empujarle, y allí estaba toda la cuidad...

Aglomerada de luces saltarinas, alegres y tristemente opacas y débiles...

 

y entonces los recuerdos cesaron...abandonaron su ser, se sintió solo de nuevo, caminó hacia las luces, las quería sentir, quería tocarlas y llenar de su luz su obscura existencia.

Entonces regresó, y él lo miró, miró sus ojos, miró su odio y su furia, su cuerpo se paralizó, su corazón se aceleró, sus poros se abrieron y comenzó a sudar como en las pasadas ocasiones... El labio inferior le tembló de nuevo, hacia tiempo que no le atacaba ese nerviosismo, hacia ya tanto tiempo, y lo recuerda... fue entonces que empezó todo, la huida el temor, la humillación de sí mismo con su dios al hacer tan semejantes salvajes noche tras noche, curando almas para sentirse bien, cada una era tomada por sus resentimientos y ayudada por su ser, él era el salvador, pero a él nadie lo podía salvar, ya no, esa noche él lo sabia y todo lo que había hecho estaba frente a él, y lo miraba a los ojos... su mirada era profunda...

Dio un paso hacia atrás, sabia que no podía huir, sabia que no podía hacer nada y entonces lo hizo, levantó su frente, regresó el paso hacia el frente, y avanzó otro más... Él lo miraba ya con desconcierto, eso era nuevo, nunca había hecho nada semejante, sólo se limitaba a sudar y aceptar el castigo sin ninguna contraria... ¿Seria acaso una ofensa?, Sin embargo, no le importó... se irguió en su ser, extendió sus extremidades y emitió un sonido tan atemorizante, que nadie lo soportaría; su mirada se encendió... ya nada podía detenerlo. Se abalanzó hacia él, se acercó tanto que sintió su caliente aliento sobre su frente, no debió dar nunca el paso hacia delante... él lo sabia, sin embargo, lo había hecho, la sombra de una de las extremidades pasó sobre su hombro, el sudó más que de costumbre... era él, era él de nuevo. Una vez más había regresado y no había duda que era diferente.

 

Empezó a temblar... los recuerdos regresaron a su mente, pero ahora eran la noche, los rostros aparecieron de nuevo, esos niños, esas mujeres, sólo caras de asco y repulsión que luego se extinguían en la oscuridad... sintió la culpa, la mentira desapareció, su torcido y bizarro dios carcajeaba como loco en el dolor de su reencarnación en cientos de cuerpos posados sobre crucifijos de todos tamaños, las cientos de almas que había salvado mandándolas al infierno mismo se regocijaban y sus retorcidos cuerpos danzaban a su alrededor desnudos sin más que su agonía y repulsión de años y meses deteriorándose, pudriéndose en la oscuridad de la mentira y la salvación, ya no eran cuerpos reconocibles, sólo almas en pedazos de carne pútrefa. La sombra de la otra extremidad se posó sobre su otro hombro... tembló....

Una lágrima rodó por su mejilla y tocó el techo que estaba a sus pies, sucio e iluminado por la luna, la mirada encendida que no le apartaba de él se acercó a su rostro... por primera vez estaban cara a cara, parecían horas las que pasaban, pero sólo segundos de su existencia mísera se apagaban, los cuerpos dejaron de danzar, las carcajadas cesaron, él sintió un alivio y una sonrisa surgió de sus sentidos, la primera en mucho tiempo... y comenzó a carcajearse, frente a él, la mirada no cesaba... la oscuridad no terminaba... y en su minuto de locura corrió alejándose de su pasado, huyendo de su vida y pensando en ese momento...

Ese momento en que ni siquiera él entendió cuándo se presentó, ese momento en que se convirtió en el salvador errado, ese momento en que comenzó todo... Miró las luces de la ciudad como nunca, las sintió, su sonrisa no escapaba de su rostro aún, y se dirigió hacia ellas y no se detuvo. La mirada se queda atrás encendida, sólo observándolo correr hacia las luces, y los cientos de rostros y almas estallaron en una locura de sonidos y chillidos... todos lo esperaban... todos lo disfrutaban.

Las luces estaban cerca... el techo del hotel terminaba... y la mentira de la felicidad aparecía en su esplendor más inimaginable y enfermo que algún ser pudiera imaginar... A él no le importó, era la felicidad que esperó durante mucho tiempo, felicidad que sintió necesitar desde ese momento en su vida en que su pasado ya no existió, y sus sentimientos no eran ya nada, era la felicidad que él buscó y la que se fue marcando durante toda su salvación. Él se la construyó... él con sus actos la preparó durante años...

 

Las luces se engrandecieron... por fin las sintió... por fin las tocó más no iluminaron su oscuridad.

El techo termina.

Noche.

Y la mentira se cumplió de nuevo.

Todo en silencio, todo desapareció, lo que fue, lo que tuvo, lo que pudo tener... y él solo espera el siguiente.




 

 

 

 

 

Por: J. Manuel Guzmán Erenas.

 

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Published on e-Stories.org on 03/06/2008.

 
 

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