Maria Teresa Aláez García

30 segundos al telefono.

El Gran Ojo vigila amenazador la guarida de la enorme araña que encierra a la imponente sombra entre sus hilos, barrotes gruesos de seda víscida, resistentes a cualquier erosión y al mismo tiempo... tan finos... tan suaves...

En celda de seda, que no de oro, se aprisiona el fuego leonino, el cual, con calma, va consumiendo las paredes de la oscuridad que lo contiene.

Cualquier chispa de libertad es apagada desde el exterior por carceleros de aire y de agua.Cualquier intento de insumisión ígnea es rebatida por castigos de antorchas de hielo. Cualquier grito es insonorizado por la tierra que absorbe las ondas sin dejar ni un resquicio a la esperanza.

El desgaste, de repente, es la única vía. El factor más seguro para la huida. El desgaste con sus aliados, el silencio y la oscuridad. El frío y el aburrimiento.

Unos dedos van tomando minúsculas fibras y aprovechan la estancia del aéreo carcelero al amanecer para dar forma a una coraza azur. El fuego se vuelve actor al intentar huir, atrayendo hacia sí pedazos de antorcha para forjar una imaginaria espada. El aburrimiento deja k.o. a quienes usan el valor y la actividad para sus desventurados propósitos.

Pero nada es eterno y el fuego se consume sin esperanza. Los mismos guerreros que son utilizados en el plan de huida, abaten a su señor.

Y los ojos se cierran. La desesperanza trae consigo el sueño. El descanso revitaliza zonas ocultas que ni siquiera su dueño conoce. La sombra camina por surcos oscuros, por redes chispeantes, por nódulos inconsistentes. Busca, revuelve, regurgita... acude a lo bueno, a lo necesario, a lo que le ha sido privado y lo encuentra clausurado sin posible apertura.

Así que no tiene más remedio que acudir hacia los depósitos de basura, aquellos que no aprecia, donde depositó aquello que ha ido desechando por ignorancia, basura que no valoró por resultar un inconveniente hacia su misión en la vida. Su... ¿Misión?

Una melodía hace su presencia desde lo más lejano... Como por encima del cielo, del ojo, de su mismo cerebro.... Y en esa melodía que no reconoce, viaja una voz que odia, que ha querido evitar siempre, de la cual ha debido prescindir porque ha ofuscado su mente, le ha provocado malestar e incomodidad. Y otra voz que le resulta conocida... ¿De qué?

Comienza a salir huyendo para no escucharlas cuando sus pies se detienen. Una minúscula estrella se cruza en su camino, impidiéndole el paso y no tiene más remedio que soportar una tortura más en el abismo de donde no sabe salir...

Total, una tortura más...

Las notas viajan en vaivenes hermosos.... las chispas bailan a su son porque la electricidad no entiende mucho de belleza o fealdad... Diríase que aquella melodía tiene acento y nadie la está pronunciando...

Y las ascuas, alegremente, se revolucionan y se dirigen a la sombra... No la queman, no la abaten... simplemente, la transportan. Danzan desordenadamente, abriendo caminos entre la incertidumbre.

La sombra desconfía... Esa voz... ¡Uf!. Esa voz...

Esas voces...

"Las palabras sinceras, las que tienen valor, son las que salen del alma..."

El discurrir de las notas. El tiempo. Los trayectos eléctricos. El aire se volvió cálido. Le agradaba escuchar la melodía aunque no gustaba del sentido de las letras que escuchaba. Pero aquella frase...

"Palabras que salen de la boca, llegan al oído. Palabras que salen del corazón, llegan al corazón."

Ese recuerdo...

Cada vez con más rapidez, iba moviéndose. Iba encontrando más calidez. Aunque las puertas más necesarias aún continuaban cerradas, encontró que podía infiltrarse por las rendijas. Que no había nada que estuviera cerrado a cal y canto. Que las paredes podían ceder y que la suavidad, la lentitud, la conservación, la medida, eran armas que podía usar de su propio ser sin necesidad de acudir a lo aprendido, a lo experimentado, a aquello que seguía cerrado y que había significado tanto en su existencia.

Y sus párpados abiertos lo devolvieron a la agónica realidad. Pero en su mente, continuaba el baile intermitente de notas y chispas. Y la llama que lo había ido consumiendo, ahora rebrotaba pero dando otro tipo de calor: se alimentó de aquel recuerdo.

En poco tiempo su coraza fue dura y maleable. No necesitó espada: sus dedos se habían vuelto ágiles con la magia del trenzado y aunque sus huesos permanecían entumecidos, había aprendido a desenvolverse como sombra que era, entre la oscuridad y las grietas, como nacido en una ciénaga.

Nadie vio nada. Nadie oyó nada. Nadie percibió nada.

Y a partir de aquel momento, custodiaron una celda vacía.

El negro cielo se rompió en pedazos como un cristal. El único anaranjado que resolvió el firmamento reflejar, fue el de un sol brillante y enriquecedor que penetró a través de la ventana del despacho.

Se levantó del sofá y cerró la puerta. Desconectó el intercomunicador. La ciudad despertaba y no había visto en años un amanecer tan bonito. No se había dado cuenta de que el cielo podía ser tan azul y el color rojo del edificio de la empresa que tenía enfrente, quedaba resaltado sobre una luz tan limpia.

¿Cómo no se había apercibido ?

Miró al través del vidrio. ¿Cómo se llamaban aquellos árboles? Nunca se lo había preguntado. Y esa gente que pasea, que no tiene nada que hacer... qué tranquila se ve, cómo brilla la piel de su rostro.

Acudió a su ordenador. Minimizó las ventanas del Excel, de la gestión, las noticias y la bolsa y buscó aquella canción. No le gustaba ese cantante. Demasiado "pop", muy "bocatonta". Al lado de grandes compositores como Liszt, por ejemplo, o de grupos como Beatles... No entendía cómo aquella "cosa" había llegado a su mente.

Quizás. Quizás fuera aquella mañana que como hoy, se había olvidado de cambiar la hora y se levantó más temprano que de costumbre. Y alguien llamó y preguntó que cómo estaba. Las notas sonaron dulces detrás de aquella voz y no se sintió mal.

Y hoy. Hoy que intencionadamente se había levantado antes para ...

para ...

... a saber para qué.

Encontró la canción. Programó un bucle.

Acudió al aseo y tiró el contenido del bote. El agua acabó con los restos definitivamente. Dejó un grifo abierto.

Volvió a ocupar el sillón y cerró los ojos. Con sus dedos, tejió un tamiz que iba desechando las notas inarmónicas y dejando pasar un baile de neuronas... un baile fantasioso, colorista y que, aún con un contenido vano, no dejaba de ser regocijante...

Por una vez, salió triunfante gracias a sus recuerdos.

"Déjate de esas historias absurdas y ve a lo ... "

" Decir te quiero, decir amor no significa nada, las palabras sinceras, las que tienen valor,
son las que nacen del alma ... "
 
La canción:  Camilo Sesto. "Si quieres ser mi amante."
La frase:  Sufi.

Pernelle. Mayte Alaez.

All rights belong to its author. It was published on e-Stories.org by demand of Maria Teresa Aláez García.
Published on e-Stories.org on 09/26/2006.

 
 

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