Hector Adrian Montes Cervantes

Dos Dedos en el Corazón 4

~La fiesta.
Agitada Izzie esta recargada al borde de una puerta, admirando el entorno complacida, una de sus parejas de baile le sonríe mientras hace fila para llenar una vez mas su maltrecho vaso, que lo ha acompañado toda la noche, dispuesto, de sobra, a consumir mas de la mescla negruzca dulce amarga, y que Izzie hábilmente ha depositado en el retrete en dos de tres raciones.
–Hola niña.
Se escucha la voz femenina tras ella que la llama con altives, Izzie asustada pensando que fuera un adulto, voltea para encontrarse una mirada arrogante en ojos rabiosamente verdes, enmarcados en una cabellera brillante y rubia, profusamente adornada en bisutería que lo mismo era plástico y vidrio que valiosas piedras.
–¿Por qué me llamas niña?
Respondió Izzie enfadada mirándola con desprecio.
–No te enfades cariño –le contesto acercándose para hacerse escuchar –me llamo Leticia –agregó con cinismo estirando la mano para hacer las paces –¿y tú?
Al comprender que la chica a pesar de ser mucho mayor que ella no le deseaba ningún mal, lenta y con desconfianza le dio la mano.
–Izzie.
Respondió con vergüenza en voz alta buscando hacerse escuchar a través del muro de sonido.
–Yo también me ingeniaba para llegar a estas fiestas a tu edad –agregó Leticia indiferente –pero no era tan inteligente –dijo mirando el vaso casi lleno de Izzie –parece que el retrete va a tener resaca ¿no? –Izzie bajo la vista sonrojada –tienes todo bajo control, pero al parecer tú amiga no.
Al escucharlo Izzie seria miró a Leticia, evitando ver a Pamela tras ella riendo histéricamente rodeada por un grupo de jóvenes alcoholizados.
Capítulo 4.
Como todas las mañanas hoy Pamela espera a Izzie en la entrada del colegio, siempre social platica descuidada, indolente al tráfico escolar, mientras escucha la insípida conversación, el perfume amargo y floral que ella misma ha usado la substrae, y en un reflejo intuitivo sonríe con malicia, y se da cuenta que es hora, Izzie ha llegado, y como siempre se dirige al servicio para dar el retoque al ligero maquillaje, acto absurdo para Pamela, que prefiere simplemente entrar al aula directamente, donde por acuerdo tácito ya están establecidos los lugares de cada alumno, considerándose una afrenta que otro alumno lo ocupe, razón suficiente para la sorpresa de Pamela al ver a Rene desparpajado sínicamente en la silla que otrora fuera de Izzie.
–¿!Qué te pasa!?
Pregunta Pamela en tono indignado mirando con desagrado a Rene, mientras lenta baja la enorme bolsa batida en colores pero eminentemente verde que según ella era una mochila.
–¡Hola! –responde Rene con cinismo sin apenas moverse –espero a Izzie.
–Pues ayer la viste en la biblioteca ¿no?
Respondió Pamela francamente enfadada, mientras se sentaba en su lugar, mirando a Rene con dureza.
–Ya si –dijo Rene des afanado –es que necesitaba verla porque esta vez va a ser difícil convencerla.
Respondió él desanimado.
–Pero si tienes tres semanas viéndola –espetó ella arrogante –no he llagado al aula de francés y ustedes ya están besuqueándose en la biblioteca.
El la miró con asombro mientras sacaba el pecho ufano.
–¿Ella te dijo es…?
–¿Qué carajos haces aquí?
Gritó Izzie interrumpiendo a Rene alarmada parándose junto a él, y dejando su mochila descuidada en el pupitre mientras sacudía las manos en señal de desprecio, al verla Rene se levantó del asiento como impulsado por un resorte cediendo el paso a Izzie, que enojada miraba a Pamela y Rene alternativamente.
–Esperándote –espetó Pamela sarcástica –parece que no te conoce bien.
Rene en un aire indignado miró a Pamela que se recargaba en su respaldo mientras Izzie enfadada acomodaba su silla para sentarse, sin bajar la guardia y con decisión pero con humildad entrego a Izzie una hoja, ella la tomo pero a punto de leerla la arrebató Pamela.
–El trabajo de física –dijo Izzie levantando los hombros –es para aumentar el puntaje, solo le sirve a los que no aprobaron el examen.
Agregó en tono despectivo, mientras Pamela le regresaba la hoja de papel, por un segundo Izzie extraía algunos cuadernos de la mochila, ajena a Rene que la miraba desesperado, súbitamente mientras ponía en orden los cosméticos sintió la mirada pesada de Pamela, al hacerlo su actitud de si arrogante se tornó agresiva.
–No Pamela –dijo moviendo la cabeza –hoy nos vamos a ir temprano a casa.
Afirmación que Pamela respondió con una mirada coqueta y divertida.
–Tengo francés.
–¡No es cierto!
Grito Izzie fuera de sí.
–Si es cierto –respondió Pamela con una amplia sonrisa –no te apures Rene ella va estar ahí.
–Hoy es jueves Pamela.
Afirmó Izzie con enfado mientras veía irse a Rene, pero por toda respuesta Pamela tan solo se regodeo ufana en su silla, mientras Izzie cada vez mas indignada la miraba con odio.
–Tranquila amiga –contesto finalmente Pamela sin prestar atención a la furia de Izzie –eso es lo que pasa cuando te desapareces toda la tarde, y no me hablas.
–Si –contesto Izzie ligeramente mas calmada –ayer me toco lavar.
Avergonzada pero todavía enojada, mientras Pamela levantaba las cejas piadosa.
–Y además te dormiste temprano –agregó Pamela negando ligeramente con la cabeza –Porque te llamé y me dijo tu mamá que estabas dormida.
Izzie tan solo levantó los hombros omitiendo las palabras de Pamela, que una vez mas la miraba con voracidad buscando respuestas, presionando pasiva, mirada que Izzie nuca logro evadir y terminaba por someterse.
–Bien –dijo levantando la vista aceptando la derrota –que paso ayer en francés.
Pues la maestra –contestó Pamela alegre –nos puso un ejercicio, ya sabes, hacemos equipos de dos, y, ¿quién crees que me tocó?
Preguntó mordiéndose el labio inferior en medio de una gran sonrisa.
–¿Joshua?
–¡Hay!, pues si –chillo radiando felicidad –wow fue increíble.
Dijo en medio de espavientos histéricos mientras dibujaba imágenes de suaves nubes de algodón rosa con cada palabra, en medio del fastidio altivo de Izzie, que no encontraba la hora de arribó del profesor, pero al parecer los dioses este día se habían ensañado con ella, pues él no se apareció, lo que le dio la pauta a Pamela de continuar las interminables y detalladas descripciones, mientras derramaba regocijo a cada palabra.
–Entonces él corregía –decía Pamela en medio de una carcajada –levantando la boca como un simio besucón.
–Ósea que es un sabio del francés o ¿qué?
Rebatía Izzie con desenfado, mientras Pamela con espaviento sonreía encantada de su propia voz.
–No –contesto estirando la silaba –pero se veía muy chistoso.
Decía en medio de carcajadas entorpecidas mientras trataba de continuar su relato –el caso es que la profesora terminó por dejarnos hacer el dialogo en casa.
Dijo Pamela mientras revisaba su enorme bolso, revolviendo circunspecta el interior, y no pudo ver como Izzie lentamente perdía el color mirando a Pamela aterrada, nunca vio cómo su respiración agitada y el sudor frio casi la hacen desmayar, y que a punto de las lágrimas tomando aire resiste el llanto mientras retoma la postura.
–¿Dónde?
Atina a preguntar mirando fijamente a Pamela, que sigue distraída en el interior de su bolso.
–En casa.
Responde Pamela, lejana a la mirada frenética de Izzie.
–¿En su casa?
–No en la mía, ¡aquí esta!
Dice Pamela que finalmente regresa a la vista Izzie, mientras sacude en la mano un papel maltrecho y raído.
–¿Por qué no lo hacen en la biblioteca?
Preguntó Izzie preocupada, mientras Pamela revisa distraída la hoja que acaba de extraer.
–Porque vamos a estar haciendo muchísimo ruido.
Respondió Pamela aun perdida en el documento.
–Pero, ¿estarán tus hermanos?
Insistió Izzie.
–No lo sé.
Respondió Pamela que finalmente presto atención a Izzie, que la miraba fijamente con preocupación.
–¿Tu mamá?
Pamela, que reconocía en Izzie de sobra cada gesto por insignificante que fuera, descubrió miedo y tristeza.
–Sí, seguramente, no se –respondió Pamela alzando los hombros –¿qué te pasa?
Al verse descubierta Izzie giró la cabeza al pupitre, mientras sonreía con pereza fingiendo sin éxito indiferencia, como siempre Pamela supo que no debía presionar, pero igualmente como siempre la angustia de no saber la convulsionaba por dentro, y una vez mas como siempre no hizo nada, y lo dejó pasar.
Pamela feliz, a decir verdad distante, no prestó atención durante el día a la evidente displicencia de Izzie, en medio de esta polaridad, clase a clase lentamente trascurrió el día, con la insipiente Izzie que buscaba una sonrisa para regalarle a Pamela, sonrisa que no lograba encontrar, ajena en cambio su amiga tan solo podía verter regocijo, esperando ese último segundo de la jornada, que llegó cuando el profesor anunció el final de la clase, Pamela brinco de su pupitre recogiendo a traspiés los accesorios, y abandonando a Izzie con una abraso frio sentada divagando, en medio del aula que lentamente diluía el difuso rumor de alumnos que en medio de chanzas se retiraban dejándola sentada aislada y completamente sola, ahí cuando el fin se supo libre de las inquisitivas miradas, pudo liberar la primera lágrima, con la mirada fija en el limbo, tan solo la dejó deslizarse lenta sobre su mejilla, su camino tortuoso se tornó cada vez mas frio hasta llegar a su barbilla, donde paciente se acumuló, alimentándose de dolor creció hasta descolgarse con furia y caer en su pecho, justo en su corazón.
El tiempo que perdió su valor habría transcurrido sin sentir para Izzie, al paso de su ligera caminata trajo la calma, y una leve recuperación, ya sin lágrimas pero aun distante se encontró parada en el pasillo viendo las puertas de las aulas cerradas, se dio cuenta que habrían pasado horas desde que Pamela se fue, y en un acto compulsivo, simplemente decidió caminar, tratando de encontrarse, lentamente vio pasar en su periferia alumnos pasillos y puertas, en una errática coherencia que ella identificó como cotidiana, y así, sin rumbo, de repente se encontró frente a él, lo reconoció sin saber quién era, que hablaba sin sonido repitiendo sin hablar la misma palabra, al momento que su mirada dispersa se fijó en la de él ella finalmente regresó.
–Izzie, Izzie –decía Rene ladeando la cabeza buscando sus ojos –¿estás bien?
Ella aturdida lentamente reflexionó en su entorno y miró a Rene, que parecía genuinamente preocupado, hablándole de frente.
–Si –respondió con desagrado mientras se erguía retrocediendo ligeramente –¿Qué haces aquí?
Preguntó mirando a su alrededor confusa, buscando reconocer su contexto, mientras Rene divagaba siguiendo la mirada errante de Izzie.
–Pues teníamos una cita –dijo incrédulo sosteniendo su mirada a la de ella –¿Recuerdas física biblioteca?
Ella sorprendida esquiva miró la puerta de la biblioteca, mientras buscaba respuestas mas bien para sí.
–Si –dijo adusta ya lucida –Rene yo no puedo… hoy tengo un mal día… si.
Dijo finalmente caminando un poco asía atrás buscando des afanarse de él.
–Izzie –dijo Rene al tiempo que la tomaba del antebrazo –¿qué tie…?
Quizá fue el ardor en la mano, o la mirada retorcida de Rene bajando rápidamente, se dio cuenta que algo pasó, entendió que ella era culpable, y sintió miedo, sabía que debía ayudar y sin saber que hacer toco a Rene de los hombros aterrada.
–¡Rene!, ¿¡estás bien!?
Decía al tiempo que él se incorpora, en medio de una carcajada divertida y sínica.
–¡Wow!–replicó con sorna –pegas duro.
Al verle sonriendo despreocupado, ella de la sorpresa pasó a la calma, pero aun con vergüenza replicó, tratando de ser cortés.
–Mira Rene yo sé que lo prometí pero en verdad hoy no puedo.
–¿Mañana?
Insistió él, mientras se acariciaba la mejilla que se tornaba roja, acto dirigido a causar lástima, y aunque evidente, que por mas intencional que fuera, funcionó, desarmándola y forzando la balanza asía Rene, al sentirse acorralada Izzie movió la cabeza negando, mientras trataba de ordenar el caos de su cabeza.
–Rene –dijo condescendiente –no lo sé.
Por primera vez él la miró sin esa sonrisa descarada, desanimado apenas y se escuchó su voz.
–Ya... si…
Dijo a su adentro, y el remordimiento se convirtió en angustia, ella se dio cuenta que no solo lo había lastimado físicamente, y la culpa como un punzón se encajó, tenía que remediarlo.
–Rene ven vamos a sentarnos.
Dijo finalmente dirigiéndolo a una banca de concreto, despostillada y junto a una jardinera ligeramente aislada era discreta, al sentarse Izzie juntó todo el valor que pudo y suspiró mirando a Rene con piedad.
–¿Necesitas mi ayuda de verdad?
Rene simplemente no esperaba la pregunta, pero su carácter apático le trajo una respuesta sencilla.
–Pues mis calificaciones nunca han sido mejores.
Izzie sonrió divertida y como no hacía en mucho tiempo, feliz.
–Rene no soy estúpida ni estoy siega –replico Izzie con malicia –yo te gusto, ¿verdad?
El sorprendido casi dejó de respirar, mientras ella cada vez mas divertida lo miraba condescendiente.
–Pues …
Respondió él ocultando la pena entre sonrisas distraídas.
–Bien –continuó Izzie –lo cierto es que Pamela tiene razón eres guapo–agrego perversa –pero ahora estoy pasando un mal momento.
Dijo volteando alzando la mirada mientras sonreía amargamente.
–¿Hay otro?
Interpeló él rápidamente molesto presionando a Izzie.
–No … no hay nadie mas –respondió con dulzura Izzie –solo tienes que darme tiempo.
–¡Tiempo! –inquirió él con preocupación –¿y si llega alguien mas?
Izzie rio con ternura mientras negaba con la cabeza.
–No te preocupes –dijo con calma –cuando llegue el momento, no solo serás mi primera opción, serás la única.
Él bajó la vista en una mescla de orgullo y felicidad, mientras ella lo miraba empática.
–¿Ya y que hago entonces?
Respondió con esa sonrisa relajada espontanea que le era tan familiar a Izzie.
–Nada –contestó con seguridad –solo sigue siendo el mismo estúpido imprudente que conocí.
Él rio mirándola con admiración.
–¿Y mi trabajo de física? –replicó nervioso –¿para mañana?
–No lo sé Rene, ya veremos, pero te prometo que entregaremos tu trabajo completo, en la fecha.
Dijo neutral, regresando a la postura propia en ella, él la miró satisfecho, pero repentinamente, frunció el entrecejo inquieto.
–¿Qué no es Pamela?
Izzie volteo en la dirección que señalaba Rene, y si, en un paso seguro y veloz, se veía a Pamela caminar rumbo a la biblioteca, Izzie se alarmó pues aun de lejos parecía preocupada, sin mas ella en un solo movimiento se levantó acomodo su mochila y apresurada corrió a interceptarla.
–¡Pamela!, ¡Pamela! –gritó mientras sacudía los brazos –¡aquí estoy!
Pamela se detuvo en seco rastreando, moviendo la cabeza en todas direcciones, hasta que fijó la vista en Izzie, y echó a correr asía ella, apenas la tuvo al alcance Pamela la abraso en una frenética carcajada, dando vueltas regocijada, mientras Izzie tan solo se sujetaba la diadema en la cabeza estupefacta.
–¡Rene!, ¡amor! –dijo Pamela con la mirada encendida –por favor déjanos solas.
–Pero…
–Por favor, por favor, por favor –replico Pamela interrumpiéndolo mientras mecía las manos con ansiedad –mañana es toda tuya, te lo prometo, pero hoy amor por favor, vete.
Rene incrédulo miró a las jóvenes, suspiró y alzó los hombros y lentamente se fue.
–Pamela…
–¡Cállate! –chilló interrumpiendo a Izzie –y escucha con atención, hoy estaba con Joshua, recuerdas, practicábamos el vocabulario, ya sabes, bu, mesie, mua, y ya sabes Joshua levantaba la trompa como elefante, y...
–¡Pamela!
Grito Izzie desesperada.
–Sí, bueno, entonces entró mamá al comedor, y me dijo que me hablaba Javier –dijo Pamela en medio de una gran sonrisa, esperando que Izzie se alegrara tanto como ella –¡hay!, ¡Izzie!, mi primo –al decirlo ambas sonrieron mientras se abrazaban –me dijo que tuvo que buscar en los archivos mas viejos, los que no están en computadora, están muy revueltos, pero ahí estaba, y me dio una dirección –decía al tiempo que se fusionaban en un abrazo cada vez mas fuerte–lo encontramos Izzie, lo encontramos.
 

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Published on e-Stories.org on 02/22/2015.

 
 

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