Carla Domeneguini

Tinta china


Hace bastante tiempo
atrás, en China, había una geisha muy especial. Esta mujer tenía 28 años y su
pasión era la escritura.
Un día, paseando por los coloreados
jardines, vio pasar a un joven, que por lo que se llegaba a divisar, era de la
clase alta del pueblo. La geisha se enamoró profundamente de este joven pero su
timidez la obligó a permanecer callada.
Por varios días la bella jovencita buscó
maneras de hablarle pero había dos razones que la frenaban:
*Su posición económica.
*Su vergüenza.
Entonces se resignó a olvidarlo y sin ver
opción, fue a rezar al templo un rato, lo cual era un rito para ellos.
Al acomodarse de rodillas, le rogó a los
ancestros y a los espíritus que la ayudaran a comunicarse con él. Entonces un
aire lleno de flores le trajo desde el cielo una pluma, un pergamino y un
frasco pequeño de tinta china.
 La
geisha no entendía en un principio, pero luego dedujo escribirle cartas a su
amor prohibido todos los 18 de cada mes (el momento en que las flores cambian
sus tonos).
 Cuando volvió a sus aposentos, tomó la pluma,
la mojó en la tinta pero no se inspiró en nada. Luego, cerró los ojos y recordó
aquel momento en el que lo vio por primera vez y las palabras comenzaron a
brotarle como lluvia de otoño.
 “                                                                                                             18
de noviembre
    Querido mío: hace tiempo que te amo pero no tengo el valor suficiente
para demostrártelo en persona, espero que me perdones. Tampoco te diré quien
soy, sólo te diré un millón de veces que te amo. Y espero que con mis palabras
te baste y sobre para enamorarte de mí y vivir siempre juntos aunque nuestras
diferencias lo impidan. Seremos como el invierno y la primavera, opuestos, pero
ninguno viviría sin el otro.
                                                                                         Te amo.                                       ”      
Luego de colocar el punto final, la geisha
le envió la carta.
 Todos los días pasaba por el jardín para estar
un poquito más cerca  del apuesto joven.
A veces, intercambiaban miradas y otras veces se  dirigían solamente con un HOLA. Pero la
geisha esperaba impaciente la respuesta de su gran amor, aunque sabía que la
que se lo escribiera podría ser cualquiera.
 Después de unos días, la joven recibió la
carta tan esperada enviada por el muchacho:
“                                                                                                              3 de diciembre       
    Hermosa desconocida: Lamento que hallas gastado tanto tiempo de tu bella
vida en escribirme la carta, pero no dejaría que lo vuelvas hacer y seguir
creándote ilusiones. Debo decirte que mi corazón ya tiene dueña, y créeme que
no quería que te enteres de esta forma, pero en enero le pediré matrimonio. Te
juro que no soy una persona a la que le guste causar daño pero no podría tener
una relación con sentimientos inexistentes.
                                                                                                          Adiós.                          ”
 La
pobre geisha, con el corazón destrozado, rompió en mil pedazos la carta y lloró
por casi dos días completos. Pero no se iba a rendir. Si algo tenía bien en
claro la joven era su amor por el muchacho, así que no se  iba a rendir tan rápidamente.
 Después de unos días, la geisha resolvió
escribirle otra carta al joven:
“                                                                                                           18 de diciembre      
    Amor Prohibido: No me importa tu compromiso, yo sólo te quiero a ti. Y
si es necesario luchar y terminar a tus pies para estar juntos, que así sea. Yo
te amo desde lo más profundo de mí ser y no te pienso perder así de fácil. Así
que quiero verte en el jardín, mañana al atardecer junto al estanque de peces,
donde te conocí.
                                                                                                       Te espero.                       ”          
La geisha, al enviarla, sabía que su más
grande sueño se cumpliría mañana. Pero al mismo tiempo le aterraba la idea de
verse frente a frente con el muchacho.
 Entró en pánico durante un segundo, pero
luego, se le ocurrió dejarle un mensaje en su nombre.
 Al
día siguiente, al atardecer, el apuesto joven fue al lugar indicado pero lo
único que encontró fue un antiguo pergamino que decía:
 
“Perdona mi cobardía,
Aunque con esta poesía,
Te diré que ya me conocías,
Aun antes del 18 de Noviembre.
Pelearé por ti,
Lucharé hasta morir,
Dejaré de existir,
Hasta que tú estés a mi lado.
Para finalizar este poema,
Sobre amores y penas
Sólo mira las estrellas
Y me conocerás.”
 
 El
muchacho sonrió dulcemente y se fue pero no le volvió a escribir a la geisha.
 Después de unos días, llegado enero, las
flores ya estaban violáceas completamente. La joven sabía lo que pasaría, pero
de todos modos fue al jardín a verlo.
  Al
llegar se sentó en un fino banco, bajo un árbol lleno de flores. Pero de pronto
en joven se le acercó y le dijo:
- Lamento no haberme presentado antes de
esto, pero ya no puedo ocultar más lo que siento- se arrodilló y no dejó hablar
a la geisha- ¿Te comprometes con migo?-
 La
bella muchacha asintió y el joven le puso en el dedo anular un enorme anillo de
oro, bellísimo.
 Años después, pasado el compromiso, al fin la
geisha se armó de valor para decirle al joven que la muchacha que escribió esas
cartas con tinta china, era ella.
 El
muchacho esmaltó en su rostro una gran sonrisa y le dijo:-Ya lo sabía-
 La
geisha, feliz, lo abrazó, lo besó y siguieron su vida alegres y unidos por
siempre.
 

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Published on e-Stories.org on 11/03/2012.

 
 

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