Maria Teresa Aláez García

Revive

Dedicado a la matanza de Trelew.



Limito el horizonte invisible e imparcial

de la ficción nula y la impura realidad.

El espejo bicéfalo me muestra un final

de vil conocimiento, de ignorante crueldad.

La mentira acaparó con fronteras ciegas

la  malicia que a la verdad engañó con tretas.

 

Trelew , piedra de toque en mitad del camino

ácido amanecer de un  amargo destino.

 

En blanco y negro bailan un tango desigual

la muerte con la vida pisándose el brial.

La soledad araña con balas de estupor

el paredón que engaña con sublime blancor.

Las espaldas arquean su ritmo de violín

con las cuerdas sangrientas de un burdo retintín.

Falacias y certezas,  bisturís ceñudos

que juegan con la vida. Cuestión de segundos.

 

Llevaron el sol a la noche de repente

las horas torcidas que silentes dormitan

en el momento cumbre de tender el puente.

Las ruedas clavadas  al asfalto vomitan.

Los tubos de escape le eructan dinamita.

Los taxis consumen para cobrar la guita.

 

La hebra de tu cabello recuerda en oro

caminos no recorridos por el decoro.

Cada célula de tu piel es impregnada

y por la sensación  del taxi esperanzada.

Cada azul de tu iris se decepciona gris

y la impotencia crece como la flor de lis

volviendo traidor y felón  al negro cielo

y al ave de flancos metálicos de hielo

que partió sin el cálculo de tu sonrisa

arrancando de tus ojos luz con la brisa.

Los botones de tu abrigo recuerdan tristes

las diecinueve caídas de heridas viles.

 

 

Rawson,  tumba,  pozo del hijo  no nacido,

y antes de su existencia siquiera convenido.

Rawson, mansión de  triunfos, del odio y mezquindad

de la ignorancia trono, palacio de maldad.

Rawson es una fábrica de lavadoras

que limpian el estado con acero y sosa.

Donde los almirantes y zares solo dan

ayuda a quienes suben por encima del mar.

 

Argentina  al diablo escondió entre sus pampas.

La Patagonia a las seis dejó libres ansias

de rebeldía de joven y de ideales.

Chubut usa en Rawson fusiles militares.

 

Ignoro las faltas  graves y   maldecidas.

No somos dioses negros de vidas perdidas.

Si hay un mal, los jueces marcarán la sentencia

y no queda uno a gusto por  tener presencia.

 

Las víctimas no vuelven de nuevo a la vida

por la muerte de sus asesinos cumplida.

Los asesinos no mueren por limpias manos

de sus víctimas, conciencia de sus hermanos.

Ninguna justicia del mundo ha reescrito.

leyes que protejan al hombre  de su rito.

 

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Published on e-Stories.org on 03/22/2008.

 
 

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