Angels Vinuesa Fernandez

PEPE PEREZ " EL INDIO METROPOLITANO"

Vuelvo a coger el tren camino de Barcelona, después de pasar la marabunta, y escuchar las noticias tranquilizadoras que los servicios de cercanías se han normalizado.

Recuerdo en el momento de subirme al tren esa frase lapidaria de mejor “ dobla que rendida” o algo así que dijo la ministra, y en un acto de valor me decido domingo por la mañana intentar llegar a la gran urbe.

Tengo la sensación una vez que el tren se pone en marcha, con puntualidad alemana, que se va a detener en cualquier momento, pongo atención en cada ruido del traqueteo del tren, y en los extraños mecanismos que antaño ni me preocupaban.

El trayecto en un Cataluña Express tiene una duración aproximada de una hora y media, eso es teoría a la práctica ya veremos. Estos son los trenes que más me gustan porque son cómodos y te permiten tener una mesita donde puedes ir escribiendo tranquilamente.

El tren esta semivacío, y solo algunos pasajeros están distribuido en los asientos, sin tener que compartir necesariamente su compañía, cosa que se agradece en esta mañana de domingo soleado.

No han pasado más de dos paradas, donde la voz metálica de una señorita, creo yo, puede ser también un ordenador, te va describiendo en que lugar estás, y cuando ya el sueño me esta venciendo, la tontera de la mañana después de la carrera madrugadora por coger el tren, cuando se sienta en mi compartimiento un singular personaje.

Lleva un poncho negro y un sombrero, le acompaña su guitarra parcheada de figuritas recortables, donde reza “canto a los niños del mundo”
Parece un indio andino, pienso en mi interior, de edad indefinida, con larga melena cogida en una coleta.

Buenos días – me saluda
Yo correspondo con un, buenos días, casi sin ganas escondida detrás de mis gafas de sol.

El tren se vuelve a poner en marcha, y no han pasado más de cinco minutos que el personaje se dirige de nuevo a mí.

¿Va a Barcelona? – me pregunta amablemente.
Si, claro – le respondo, dada la obviedad.

- Es que yo bajo en Villanova, y como estuve toda la noche cantando, quizás me quede dormido – me explica con minuciosidad, calculando las palabras.
-No se preocupe, yo le llamo cuando lleguemos a la parada – le respondo.

Pero él sigue explicándome..
Vengo de una fiesta de los 15 en Valls de unos familiares, y me pasé toda la note cantando.

-¡Ah! Es usted cantante – le pregunto, también era obvia la cuestión..


-Soy cantautor del alma, llevo cantando desde mi niñez, hijo de músicos, desde las aulas del Colegio de Artes plásticas de la Universidad central de Ecuador, allí se gestó mi canto rebelde. Es para concienciar a la juventud.

Le explico que aquí en España los cantautores, eran famosos en los 60, pero que ahora la gente se ha desnaturalizado, y el momento político, es más la acomodación que el canto protesta.

¿Y canta en algun local? – le pregunto a renglón seguido.

-Canto en la calle, en las esquinas, en el Gótic de Barcelona que me enamoró...

Va hilvanando su historia como el que borda un tapiz, saca su ritual de canciones, y un álbum lleno de recortes de periódico, de su paso por Milán, Ámsterdam, Brujas... que recogen mas de veinte años de emociones recogidas en plazas, teatros y bares.

Su imagen de indio andino y su mensaje insurrecto están patentes en cada palabra.

De repente se pone a cantar, su voz melodiosa, y sus letras comprometidas me dan fe de los que ha sido su vida hasta entonces. Entona canciones con el sabor del oro lado del charco y hay una que especialmente me llama la atención:

Se llama Papel.es , y me dice que la ha compuesto él mismo.

Le pregunto si ha grabado algun CD y me saca de la vieja bolsa uno grabado en Barcelona por el ingeniero de sonido Bruno Oliveira. En la carátula la imagen indiscutible del indio con sombrero y larga melena, tocando la guitarra, su nombre Pepe Pérez y en un lado el nombre del personaje que ha creado desde que en 1985 se decidiera separase de su mujer italiana y lanzarse a la Plaza de España en Roma para ganarse la vida como guitarrista con unas cuantas canciones aprendidas en su Quito Natal; El indio Metropolitano.

En la parte posterior 14 canciones que van desde Cesar Guerrero Tamayo, pasando por Joaquín Sabina y Joan Manuel Serrat.

Mientras que observo el CD, el indio metropolitano sigue armonizando canciones, que resuenan por todo el vagón de tren, de repente me espeta:

-También pinto –

Veo en el interior del CD una buena muestra de esta pintura de corriente neo precolombina, post indigenista y contemporánea a integrada en la realidad social, tal y como este indio me describe su pintura.

-Y ¿se puede vivir de esto?- le digo en una pausa de una canción.
-Es duro, vivir en la calle, pero no es menos que todos los emigrantes que día a día luchan por salir adelante a pesar de las adversas condiciones de vida en las que se desarrollan sus labores fuera de su tierra.

¡Realmente es un poeta urbanita!

Seguimos en una conversación amable, amenizada por las canciones, y el tren anuncia su llegada a la estación de su destino.

Se despide de mí, con una amplia sonrisa, y le digo que escribiré sobre él deseándole suerte, minutos más tarde le veo desaparecer por el andén con su poncho, su sombrero y su guitarra al hombro.

No piensen que lo encontraran en los grandes hit de la música, ni siquiera en él TOP Manta, pero si en alguna esquina le ve tocar, escuchen con atención, y déjenle un presente.

Es de los pocos trovadores que quedan en este siglo XXI


Angels Vinuesa

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Published on e-Stories.org on 12/14/2007.

 
 

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